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martes, 28 de junio de 2011

El año de los mormones en EE.UU.


El templo de Washington se erige por detrás de los árboles que bordean el Beltway, la autopista de circunvalación de la capital de los EE.UU. De un blanco lunar, el edificio de seis puntas –una de ellas coronada por la estatua del ángel Moroni, una figura clave en la teología mormona- parece una nave espacial que acaba de aterrizar.    Aquellos que no son mormones no tienen acceso al interior del templo, pero sí al Centro de visitantes aledaño al edificio. Una Sister –hermana- les reparte folletos y explica el ABC de la religión más americana, nacida hace 181 años en el estado de Nueva York, después que Moroni revelara al profeta José Smith el Libro de Mormón. Según algunos críticos, la teología mormona se parece mucho a otras creencias cristianas, sólo que tiene sus orígenes más recientes. Pero en EE.UU. los mormones cada vez son más conocidos, una religión abierta, multi-étnica y con un enorme mosaico de culturas. Sin embargo, algunos piensan que es una religión secreta que suscita recelos entre los miembros de las otras confesiones.                                               Un sondeo del Pew Research Center acaba de confirmar que uno de cada cuatro norteamericanos consideran que es poco probable que voten en las presidenciales por un candidato mormón. Según este centro de investigación en la población, sólo un 3% sospecha de un candidato negro, y un7% de una mujer. En los EE.UU, el rechazo de esta religión sería inaceptable si ésta se dirige contra el catolicismo, el judaísmo o el islam, que, de hecho, quedaría descartado porque los mormones declaran dentro de sus Artículos de Fe la libertad religiosa.                                                                                                                                      Los datos  son relevantes porque en la campaña para las elecciones presidenciales del 2012 dos de los candidatos republicanos pertenecen, al igual que seis millones de sus compatriotas, a la llamada Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.                                                                                                                                              El primero, es Mitt Romney, ex-gobernador de Massachusetts y considerado el favorito según todos los sondeos. El segundo, es Jon Huntsman, que la semana pasada declaró su candidatura de forma oficial, un ex-embajador en Pekín y ex-gobernador de Utah, de la que Salt Lake City es la sede de la Iglesia ‘mormona’.                                                                                          No hay duda de que el año 2012 será el año de los mormones en la política norteamericana. Ahora, más que nunca, hay muchas posibilidades  que un seguidor de José Smith y de El Libro de Mormón ocupe la Casa Blanca y asista al templo de Washington. Si en las elecciones pasadas se rompió el prejuicio racial con la elección de un presidente de origen negro, ahora hay muchas posibilidades de que se rompa el tabú sobre la “Iglesia de los Santos de los últimos Días”, y de diluirse los prejuicios religiosos que en el pasado experimentaron candidatos de otras confesiones, como el único presidente católico hasta hoy, John F. Kennedy. “Los mormones creen en Dios, en la Biblia como la palabra de Dios. Creen en la vida familiar en esta vida y en el más allá. La poligamia es una práctica prohibida, que si alguno de sus miembros la practica es expulsado de la Iglesia” comentan sus miembros y dirigentes. Mitt Romney y Jon Hunstman han hablado poco de su religión.                                    Durante la campaña de 2007,  Romney, padre de cinco hijos, dedicó un discurso a su religión, como lo hizo Kennedy en 1960. En aquel discurso Romney  pronunció sólo una vez la palabra “mormón"-quizás porque éste es un apodo que reciben los miembros de su Iglesia por la creencia en El Libro de Mormón- y, en resumen, dijo que la religión no definía la candidatura y que un presidente no había de servir a ninguna religión en particular. Criticó a los que creen que la religión es una cuestión privada sin un papel en la vida pública.                                                                                 En cambio, Hunstman, padre de siete hijos, ha sido más explícito. En una entrevista con la revista Fortune, confesó: “No puedo admitir que sea muy religioso. Me encantan cosas de diferentes religiones y filosofías”.  Aquella confesión no agradó a algunos mormones, pero refleja la evolución  de la religión. La filosofía mormona transmite un verdadero espíritu de Integración en una sociedad muy diversa, como es la estadounidense. Quizás el hecho de que los mormones hayan sido perseguidos en sus orígenes y sean una minoría de la población, los hace más proclives al pacto.       En unas primarias republicanas bajo el influjo de la retórica del Tea Party, los candidatos más centristas son Romney y Hunstman. Gracias a su experiencia misionera, el primero habla francés y el segundo, mandarín.

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